Lee mi carta


¿Y cómo viajar sin caminar, sin correr, sin volar?

Se pregunto entonces el hombre mientras, desde la roca en la cual estaba sentado, miraba como el sol se escondía tras la montaña que había dejado.

Amigo del bosque, amigo del mar, amigo de la brisa y amante digno con sueños sin igual.

Un caminante frío que no tenía a dónde llegar y aún mucho menos un sitio de partida que pudiese recordar.

Amigo del bosque, no quieras pretender olvidar el motivo que alejo tus pasos.

Amigo del camino, no quieras decir que has logrado conseguir dejar tras tus muchos recuerdos de nuevos mundos, besos y caricias, almas y sonrisas, palabras y dedicatorias; rimas dignas para entregar al noble que en vuestro corazón se dejo encerar por el orgullo del pasado, que no es preciso recordar.

Amigo del camino te he visto sonreír pero hoy ya no recuerdo ese rostro ya que has llegado cansado y sin hablar.

Amigo errante, no quieras morir, no antes de marcar la meta que alcanzaste, no antes de visitar el mundo que años atrás dejaste, no antes de verle a ella; quien decidió esperar, no antes de levantar la mirada y por última vez, volver a soñar.

-Jw-

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